Resumen del libro "Fake news. La verdad de las noticias falsas", de Marc Amorós Garcia (2018)
Resumen original y actualizado en:
https://evpitasociologia.blogspot.com/2018/08/fake-news-la-verdad-de-las-noticias.html
Resumido por E.V.Pita, doctor en Comunicación, licenciado en Sociología y Derecho.
Sociología, comunicación social, posverdad, comunicación de masas, Internet, fake news
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Título: "Fake news"
Subtítulo: "La verdad de las noticias falsas"
Autor: Marc Amorós Garcia
Prólogo: Jordi Évole
Fecha de publicación: 2018
Editorial: Barcelona, Plataforma Editorial
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Biografía del autor (2018)
El libro no aclara si es un autor real (un periodista televisivo) o un pseudónimo elegido por profesores de periodismo de la Universidad Pontificia de Álava.
Para averiguar la verdadera identidad hay que ir a www.marcamoros.com
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Texto de la contraportada
¿No saben qué son las fake news? ¿Lo sabes y crees que no van contigo? ¿Te crees capaz de diferenciar una noticia falsa de una noticia verdadera? ¿Compartes noticias en Internet sin importante si son o no verdad?
¿Crees que las fake news son broma? ¿Piensas que las fake news no son peligrosas? ¿Crees que las fake news son un fenómeno pasajero? ¿Te llamas Donald Trump? ¿No te llamas Donald Trump pero quieres saber por qué ha puesto de moda las fake news?
¿Todos los amigos de tus redes sociales piensan como tú? ¿Piensas que tu opinión es la mejor y es indiscutible? ¿Te gustan las noticias que te dan la razón aunque sea mentira?
Lee este libro
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ÍNDICE
Parte 1...What the fuck, fake news !
1. ¡Extra, extra! Fake news !
2. Las fake news no son ningún juego
3. Las fake news no son broma.
4. ¿Qué son las fake news?
5. ¿Quién fabrica las fake news?
6. Las fakes news siempre tienen prisa, ¿y tú?
7. Lo veo, lo creo. Aunque sea fake
8. Las fake news son interesadas, no interesantes
9. Las fake news son un negocio
10. ¿Quién difunde las fake news?
11. Cocinando fake news: ingredientes, platos estrella y una fórmula mágica
12. Las fake news son caramelos envenenados
Parte 2 ... ¡Peligro! Fake news
13. ¿Pican? Contigo un millón, gilipoll.,,
14. ¡Qué miedo! ¡Qué fuerte! ¿Qué fake?
15. Fake news, sin escrúpulos, mejor
16. Las fake news molan tanto... que perdemos la razón
17. Las fake news son contagiosas
18. ¿Qué tienen las fake news para que las compartamos?
19. Doce razones por las que nos creemos las fake news,
20. Las fake news dividen: eres de los míos ¿verdad?
21. Cinco trampas de cerebro ante las fake news
22. Las fake news son peligrosas
Parte 3. Las fake news perjudican seriamente al periodismo
23. ¿Dónde ha estado el periodismo estos años?
24. Rumores y fake news, ¿son lo mismo?
25. Rumores y fake news: el ejemplo del atentado de Barcelona
26. Muertes, fake y Lou Reed
27. Y esto ¿quién co*o lo dice?
28. Trump y las fake news: Make Journalism Great Again ?
29. ¿Alguien ha visto la verdad del periodismo?
30. Make Journalism Powerful Again.
31. ¿Cómo nos informamos hoy en día?
32. Todos somos ya un medio de comunicación
33. Bienvenido a tu realidad deseada
Parte 4. Contra las fake news: plan de ataque
34. ¿Cómo detectar fake news?
35. Cinco ideas contra las fake news.
Parte 5. Bienvenidos al fake world
36. Fake news, la nueva droga
37. Fake news y posverdad
38. Fake news y gente fake
39. Fake news, fake world ?
RESUMEN
El libro se hace eco de cómo funcionan los bulos y las fake news que "rulan" por Internet y las redes sociales. Por un lado, el autor señala que la proliferación de estas noticias falsas serán la mitad de las noticias en el 2020. El autor o autores alertan de que una sociedad con una mala salud informativa vive condenada a la ceguera y como no podemos confiar en las noticias, solo nos creemos las que reafirmen nuestro pensamiento y nos volvemos ciegos y sordos a las informaciones que nos quiten la razón. Las fake news refuerzan nuestros prejuicios y opiniones preconcebidas y contribuyen a polarizar la actualidad de forma más radical. Nos adentramos en una sociedad de la desinformación.
Por otra parte, señalan que detrás de una fake news que circulan gratis siempre hay un interés oculto, generalmente económico o ideológico, porque el difusor obtiene muchas visitas y gana mucho dinero en publicidad, o bien difunde un mensaje con contenido político para difamar al contrario.
Los autores analizan por qué la gente "compra", cree y comparte las noticias falsas en Internet. Por un lado, explican que no es tan fácil distinguir una noticia falsa de una verdadera. Como prueba, dan diez titulares rocambolescos para ver que no es tan sencillo descubrir una fake news. Recalcan que estas noticias no se crean por diversión sino para obtener un beneficio.
Hay algunos autores de fake news que son bromistas o quieren echar un cable a su candidato difamando al rival. Creen que hacen lo correcto al calumniar al otro. Otros se las creen y se meten en líos.
Ponen ejemplos de fake news como el Pizzagate (se acusaba falsamente a Hillary Clinton), o la Guerra de Cuba y el millonario Hearst que difundió en su cadena de periódicos la noticia sospechosa de que un comando de las fuerzas especiales de España había hundido el acorazado Maine de los USA en 1898, lo que precipitó la guerra, que terminó con la pérdida de las colonias.
El libro resalta que "las fake news son informaciones falsas diseñadas para hacerse pasar por noticias con el objetivo de difundir un engaño o una desinformación deliberada para obtener un fin político o financiero".
Respecto a quién fabrica las "fake news", explican que el autor bromista busca una imagen falsa, un título falso e impactante, un poco de texto para darle apariencia informativa y una descripción para llamar la atención a los curiosos. Uno de los autores más famosos de "fake news" es un joven de 19 años de Veles en Macedonia, que sembró la campaña electoral de Trump y Hillary de noticias falsas porque conseguía muchos clics, lo que le generó mucho dinero en publicidad. Muchos de su pueblo lo imitaron y pasaron a ganar 30.000 euros al mes.
A esto se suma que la inteligencia artificial está siendo muy eficaz en crear noticias falsas.
Otro de los temas que examinan es la rapidez con que se difunden las fake news, donde importa más ser el primero que los más certeros. Ante una información dudosa o no contrastada suficientemente, recomiendan no correr. Esto se debe a que vivimos en tiempos inmediatos y hay que ser el primero.
Otro factor que influye en las fake news es que van acompañadas de imágenes, que se memorizan mejor que los textos. Los fabricantes de noticias falsas usan desde retoques por Photosop, hasta fotos descontextualizadas o que se hicieron en otras fechas.
Respecto a los intereses económicos, es más barato producir noticias falsas que verdaderas. Pone como ejemplo The National Report o Victory Lab. Sirven para crear "trending topic" gratis sin invertir nada.
A ello se suman los intereses ideológicos y partidistas.
Quienes difunden las "fakes" son bots o programas informáticos que imitan el comportamiento humano y comparten el contenido en las redes sociales. Detrás hay empresas, partidos, lobbies o grupos ideológicos que buscan manipular a la opinión pública. Es lo que se llama "sembrar" fake news.
Algunos tipos de fake news son las: noticias parodia (humorísticos), noticias engañosas, noticias impostoras, noticias fabricadas, noticias falsamente conectadas, noticias con contexto falso y noticias manipuladas.
Las humorísticas o satíricas (como "El Mundo Today") son fácilmente reconocibles porque ya se ve que son una broma.
En cuanto a las ideológicas, manipulan la verdad para adecuarlas a un marco afín a nuestras creencias.
El autor o autores establece una fórmula para hacer una fake news:
IP (impacto) x A (ambigüedad) + IT (interés) x DF (difusión) + RA (rapidez) = FKN (Fake news)
Hace falta tener un buen impacto, un relato informativo que parezca creíble, un interés económico o ideológico, y si la difusión es muy rápido es más difícil que alguien descubra la verdad.
Las fake news parecen muy jugosas y apetecibles pero son caramelos rellenos de veneno.
Además de tener un titular impactante, una fake news debe tener un titular impactante, una revelación que nos reafirma o nos indigna y una apariencia legítima y confiable.
Los autores señalan que la indignación y el miedo son grandes motores para visualizar fake news porque los lectores las comparten y viralizan. Quieren que gane la emoción, que prime sobre la reflexión.
El libro analiza varios casos de famosas fake news.
A todo ello, las fake news buscan dar una noticia de tal magnitud, de tal impacto, de tal relevancia que nuestra primera reacción no sea otra que compartirla rápidamente con todos nuestros contactos. Buscan que creamos tener una exclusiva mundial entre manos. Por eso, son tan contagiosas, porque tenemos una necesidad irreflenable de compartirla rápidamente.
Los autores también dan la clave por la que compartimos fake news: Una buena noticia falsa es la que refuerza nuestros prejuicios y opiniones. Para ponderar las noticias que nos llegan, están los hechos, no nuestras emociones. El libro sostiene que queremos que los demás también nos digan que están de acuerdo con nosotros.
Nos creemos las fake news porque tenemos fe, porque nos dan la razón, porque nos suben la autoestima, porque nos gustan las mentiras, porque nos autoengañamos sin parar, porque molan mucho, porque vienen a buscarnos a por nosotros, porque no nos importan de dónde salen, porque son tramposas, porque son emocionantes, porque nos impulsan a compartirlas o porque se aprovechan de nuestra desconfianza en el periodismo.
Estas son las trampas del cerebro: el cerebro siempre quiere darnos la razón, el cerebro etiqueta fatal las noticias virales, el cerebro siempre busca aliados, el cerebro se autoengaña y el cerebro lleva fatal recordar con exactitud.
Los autores aseguran que las fake news son peligrosas porque destrozan la mente de la gente y pueden llegar a reescribir nuestra memoria de la historia. La mente termina por etiquetar como cierta toda la información que no recordamos con exactitud pero que nos suena de algo (según la psicóloga Danielle C. Polage). Se resumiría así: "Nuestra memoria es magnífica para olvidar que una noticia falsa sea falsa".
Los autores creen que, en parte, el auge del fake news viene asociado con el descrédito de la prensa, que no filtró bastante las noticias publicadas.
Un rumor se convierte en fake news por la falta de temas noticiosos importantes e interés para el público, la negligencia al recolectar información que lleva a publicar datos erróneos o escasos, la ambigüedad en una noticia, la inmediatez y la necesidad de primicias, la no confirmación de datos, la falta de fidelidad en relación con las fuentes, la intencionalidad al ocultar información que no se quiere dar a conocer, el deseo de transmitir una idea propia disfrazada de creencia popular y el desconocimiento de la causa o hecho sucedido.
Sostienen que, desde hace mucho tiempo, la verdad para el periodismo ha dejado de ser incuestionable para ser interpretable. Se está personalizando la verdad, lo que se llama la posverdad, para crear "mi" verdad o "nuestra" verdad. Se trataría de dar una información "al gusto del consumidor".
Señalan que la verdad ya no es intocable, "ahora es personalizable". Varios diarios on line falsean la noticia.
Otra cuestión que apunta el autor/es es que la información ya no vale nada, ahora es gratis, debido a la digitalización del periodismo que lo ha abocado a una crisis económica, afectando a su deontología de forma grave. Los ingresos de los diarios on line deben generarse a base de clics y la web debe refrescarse constantemente. Señalan que la calidad de la información ha bajado, baja y seguirá bajando. Y la de los periodistas. Es el precio que hay que pagar por tener noticias gratis, dicen los autores.s,
A esto se añade que las noticias, ya no se hacen para informar, sino para que el lector pique (y genere tráfico en sus portales). De ahí que surgen titulares engañosos, rumores que se disfrazan de noticias o las fotografías impactantes como "ganchos".
Los autores proponen recuperar el periodismo mediante cinco prácticas: No crear ni publicar más fake news, no usar el poder del periodismo por interés propio ni de nadie, ser independientes, primar los hechos y alejarlos de toda opinión y abandonar el periodismo de declaraciones y apostar por el periodismo de investigación.
Por este motivo, el mismo libro apuesta por el periodismo de investigación: no olvidarse nunca más del "fact checking" (verificación de datos, algo que debía formar parte de la rutina periodística). De todos modos, la noticia falsa circula mucho antes de descubrir que es falsa.
Otra de las exigencias es que haya un periodismo de hechos, no de dimes y diretes.
La tercera idea es pagar por informarnos, pagar por un periodismo e independiente.
El libro recuerda que el periódico de papel y las redes sociales crean periodismos distintos. En Internet, las noticias vienen ya sin garantías (frente al papel como garante de fiabilidad y veracidad de las informaciones). Además, en las redes, una "fake news" tiene la misma capacidad de viralizarse que un hecho auténtico e informativo.
A todo ello se suma que las noticias viven y se reproducen dentro de burbujas de opinión (que se comparten en chats y grupos reducidos, como WhatsApp, lo que tiende a reafirmarnos dentro de una comunidad). El libro insiste en que: "Esta manera de informarnos y de compartir noticias a través de nuestras burbujas de opinión que voluntariamente nos hemos creado en las redes es, como estamos viendo, el escenario ideal para el éxito de las fake news".
Añade que ahora toda la gente es un medio de comunicación, no solo somos consumidores sino que también lo compartimos. Eso sí, somo un medio que solo refleja nuestra verdad, "mi" verdad. Dicen que "este es el verdadero cambio de paradigma": tener un periódico o una televisión era muy caro pero ahora la información se ha democratizado y cualquiera puede escribir un blog, colgar noticias en Facebook, o hacer noticias interesadas o fake news. Eso nos convierte a cada uno en un medio de comunicación en las redes sociales.
Finalmente, el libro aborda la información-burbuja de opinión que generan WhatsApp, Twitter o Facebook y de las que "somos rehenes": "¿Tenemos la sensación de vivir encerrados dentro de una burbuja de gente afín a nosotros en la que está prohibido llevar la contraria?". Todo esto se debe a los algoritmos de búsqueda de Internet que se programan con un objetivo: hacernos felices, por lo que filtran las búsquedas con nuestra forma de ser, gustos y clics anteriores. "Las fake news son un virus que pretende invadir nuestra burbuja de opinión y tomar su control", señalan. Recalcan que un 52-53% de la gente no escucha a los que están en desacuerdo con nosotros y tampoco cambiamos de opinión en temas sociales importantes, y somos 4 veces más propensos a ignorar una información si es contraria a nuestras creencias. "Vivimos, en realidad, encerrados dentro de nuestro propio informativo irreal: Así que bienvenido a tu realidad deseada".
Para detectar una fake news proponen fijarse en estas características: el contenido de la noticia es irreal o poco verosímil, el medio en el que aparece publicada no es confiable o tenemos dudas sobre ello, el titular de la noticia es demasiado alarmista, ridículo o improbable, no se sabe quién firma la noticia, tras contrastarla es fácil concluir que es falsa, y el sentido común, la lógica y nuestro bagaje cultural así lo dice.
Además, hay que hacerse las siguientes cuestiones: ¿De dónde sale esta noticia? ¿Cómo está redactada y diseñada la noticia? ¿Quién firma la noticia? ¿Qué emociones provoca la noticia? ¿Miedo, indignación, darnos la razón? ¿De dónde salen las fotografías? ¿Es coherente en el tiempo lo que cuenta la noticia? ¿Serán ciertos los datos de la noticia? ¿Intuyo algún interés partidista o ideológico en la noticia? ¿Se ve claramente que es una broma? ¿Qué gano compartiendo la información?
Por este motivo proponen que haya un mejor periodismo, con más hechos y menos opinión. Además, hay que hacer todo lo posible para reducir su difusión (Google y Facebook ya están haciendo cambios en sus algoritmos para detectar fake news), convertirnos todos en unos cazadores de fake news (Dan Gillmor ha lanzado Wikitribune, un periódico on line dedicado a desmentir fake news). El libro añade que hay que acabar con la impunidad de las fake news y recuerdan que "sin pasta" no hay paraíso para las fake news.
Recalcan que las fake news son una nueva droga por el placer de tener razón, de ser aceptados por los demás, el placer de estar de acuerdo y de sentirnos conectados. "Nos dan placer y adicción porque las fake news satisfacen constantemente una necesidad más o menos inconsciente que tenemos como consumidores de información, la necesidad de encontrar noticias que nos reafirmen en nuestra verdad". Lo comparan con la sociedad distópica que describe la novela Un mundo feliz, de Aldous Huxley.
Todo esto desemboca en la posverdad (reinado de emociones y creencias personales por encima de los hechos contrastados): "¿Qué papel juegan las fake news en la posverdad?", se preguntan los autores. "Las fake news son el tren de alta velocidad que nos lleva directos a la posverdad". Advierten que todas estas ideas erróneas pueden establecer una opinión pública fácilmente reproducida pues para mucha gente solo ven lo que leen en Internet, las webs y las redes sociales son su única fuente de información y además se apresuran a compartirla sin analizarla. "Se está perdiendo la batalla", dice el libro.
Finalmente, analizan dos casos de "gente fake": una señora que dijo ser superviviente del 11-S y era todo falso, lo mismo que un supuesto superviviente de los campos de concentración. Este último lo justificó así: mintió para resaltar la verdad, enriqueció el relato, lo hizo por bondad, contó lo que otros le contaron, captó más la atención y evangelizó.